No puedo tener una mirada inocente
Mi intención nunca es honesta. Es maliciosa. Recojo ecos vivos de lo que vieron mis ojos.
Poseer presencias me excita. Me alimenta.
En esos momentos ni yo me conozco. Fotografío lo vivo como ya muerto, con la intención
de un forense.
¡Ahí te quiero ver! No es fácil.
Un juego masoquista, atrapar mi suspiro en la foto.
La fotografía se asienta en la fe de lo que es visible.
Por tanto, el suspiro no puede verse pero fotografiar me obliga a encontrarlo.
A multiplicar lo que miro.
(...)
El encuentro nos mueve. Nos posiciona... Nos acerca.
Quisiera hablar con este hombre.
De nuestras gargantas vibran letras sin nombre-
La mirada traduce.
Lo que más le vale es reírse.
Su sonrisa invita.
La complicidad de sus ojos hermana.
El alma de la fotografía es el encuentro.
El retrato es un enfrentamiento.
A. García-Alix
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