Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, voando en su pureza
como los niños de las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
F.G.Lorca
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